LEYENDA DE HUALLALLO CARHUANCHO
Dentro del contexto andino se considera
al dios Wiracocha, como el creador del mundo, quien pobló la tierra de hombres
y mujeres, distribuyendo a los dioses menores por toda su extensión. Estos
dioses tutelares fueron llamados APUS. Así, en la tierra de los Huancas, el
gran Wiracocha envío a dos dioses, cada uno con características y rasgos
diferentes.
Estos dioses fueron Huallallo y
Pariacaca. Ambos se enamoraron de distintas mujeres y tuvieron una familia muy
extensa. Sin embargo, con el paso el tiempo nació entre ellos una gran
rivalidad. Cuenta la historia que la primogénita de Huallallo, llamada
Huaytapallana, era muy hermosa, tanto que para ocultarla de los hombres, su
padre la escondió al abrigo de las montañas y sembró para ella un jardín lleno
de flores.
Posteriormente, Pariacaca tuvo un hijo
varón a quien llamo Amaru. Este joven amante de los viajes y quien, por ser
hijo de un Apu, podía tomar la forma de cualquier animal y de esta manera
mientras se trasladaba por los valles de su padre, encontró a su pareja con
quien se casó y tuvo una hija.
Sin embargo, un día en el que Amaru
sobrevolaba unas montañas, observó a lo lejos un jardín de flores como nunca
antes había visto y sin saberlo salió de los terrenos de su padre y tomando
forma humana nuevamente se adentró en este paraje escondido. Al pie de la laguna
Carhuacocha se encontraba una mujer tan hermosa que Amaru, olvidando todo,
quedó al instante perdidamente enamorado de ella y, esta doncella cuyo nombre
era Huaytapallana también se enamoró de él. Así ambos tuvieron cinco hijos.
Entonces Huallallo quiso saber quién era
este joven que había tomado el corazón de su hija de esta manera y preguntando
a los vientos se enteró que éste no era otro que Amaru, el hijo de su rival
Pariacaca, y que además de ello él ya estaba casado y tenía una hija.
Herido en lo más profundo por el
adulterio cometido, Huallallo suplicó a los vientos que traigan, a los odios de
Amaru noticias de su esposa y de su hija. Al recordar Amaru a su esposa e hija
y tomando conciencia de todo lo que había hecho salió en busca de su familia y
al pasar por una quebrada, Huallallo se le acercó subrepticiamente y le dio un
golpe mortal que terminó con su vida. Ese fue el momento en el que su padre
tomara venganza, Pariacaca al enterarse de la tragedia, en su dolor ahogó a
Huaytapallana en la laguna Carhuacocha y a los cinco hijos en las lagunas
aledañas.
De esta manera entre ambos dioses se
inició una terrible batalla – arrasando con todo a su paso. Al enterarse de
todo, el gran Wiracocha, juzgó que estas crueldades no podían quedar sin castigo
y decidió castigar a los responsables, convirtiendo a Pariacaca en una montaña
nevada que hoy lleva su nombre, mientras que Huallallo corrió igual suerte,
solo que la montaña en la que e convertiría llevaría el nombre de su hija,
Se dice que solo cuando esas nieves
perpetuas que las cubren se derritan, ambos dioses podrán liberarse de esa
prisión. Sin embargo, debido al calentamiento global que en estos años derrite
cada vez con mayor rapidez la Cordillera de los Andes, parece que ese tiempo
está por llegar.
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